En la playa, el fin del mundo ocurre cada tarde.
Al borde de todo, sigue subiendo el nivel del mar.
A la noche le brotan las estrellas urticantes. Se repiten
las imágenes: la poesía nunca logró salvar a nadie.
La poesía es un oficio estéril, piensa alguno. Pero
hasta sus labios también sube siempre la marea.
El desvío de la metáfora aletea tembloroso.
Es una mariposa en la playa, la muerte, la suerte:
el fin del mundo.